Expedición Chileno - Japonesa Andes Centrales 1960
Etapa I - Río Yeso
Introducción.
A mediados del año 1959, la Federación de Andinismo y Excursionismo de Chile, recibió una comunicación del profesor Kaoru Tanaka, presidente del Club Alpino de la Universidad de Kobe, expresándole el interés de dicha Institución por realizar una nueva expedición conjunta con los miembros de la Federación, esta vez a los Andes Centrales, con el objeto de escalar cumbres entre los 5.000 mts y 6.000 mts.
Inmediatamente la Federación, con el concurso de su organismo técnico, la Academia Nacional de Alta Montaña, inició los estudios respectivos concertando a través de una nutrida correspondencia con los alpinistas japoneses, la realización de una expedición que revestiría tres fases, de duración aproximada a 20 días cada una, para visitar tres zonas de la Cordillera Central.
Se hicieron las comunicaciones oficiales al Ministerio de Relaciones Exteriores, Ministerio de Defensa Nacional, Consejo Nacional de Deportes y Dirección de Deportes del Estado, en todas las cuales encontró amplia acogida esta nueva expedición internacional. Se tomó contacto también con el señor Embajador de Japón en Santiago, Excmo. Señor Rokuzo Yaguchi, quien se interesó personalmente por la realización de esta interesante actividad deportiva.
Sucesivamente se fueron solucionando los diversos problemas de la organización que fue minuciosa y prolijamente realizada, contribuyendo a su financiamiento diversas firmas comerciales tanto del Japón como de Chile. Paralelamente a los preparativos se realizó una cuidadosa selección de los chilenos que participarían, los que debieron someterse a un intenso entrenamiento en el terreno y prácticas de gimnasia.
Dadas las excelentes relaciones que se mantienen con la Escuela de Montaña de Río Blanco, se invitó a participar a dos militares de dicho plantel, los que actuaron brillantemente al lado de los alpinistas japoneses y andinistas de la Federación.
Fue así como a fines de enero de 1960 se reunieron en Valparaíso los dirigentes de la Federación y de la Asociación porteña, para recibir a los miembros japoneses, que arribaron al país a bordo del “Goshu Maru”, dirigiéndose en seguida a la capital, donde los alpinistas japoneses se integraron al grupo chileno, para realizar en conjunto los últimos preparativos, incluso una salida de aclimatación a la zona de Lo Valdés.
Foto: Morrena de acceso al glaciar Bello. |
Martes 2 de Febrero: Tal como estaba planeado, Bión González llegó con el camión contratado para buscar a los miembros japoneses quienes vivían en la Sociedad Japonesa, y luego paso al Centro Universitario Araucanía donde Schlegel, Acuña, Pedro Durán y el suscrito se habían amanecido embalando la alimentación. A continuación nos dirigimos a la casa de Quinteros para retirar el equipo de la expedición. Aquí también se agregó Vásquez. |
Nuestro vehículo tomó bencina y partimos al fin, a las 07:00 de la mañana de Macul. En San José hicimos la parada tradicional frente al Restaurant Colo Colo y compramos cigarrillos en abundancia, pero que después no alcanzaron pues los miembros japoneses fuman mucho y por desgracia todos los chilenos también éramos fumadores.
Cerca de San Alfonso sufrimos una lamentable pana al cortársele los frenos al camión, lo que causó algún pánico, pues íbamos cuesta abajo y había algunos animales en el camino. Quedamos varados en pleno camino y a todo sol. Después de varias tentativas un camión yesero se compadeció de nosotros e hicimos trasbordo. El chofer muy amable y conversador nos condujo sin costo alguno hasta el recinto de la Compañía Yesera El Romeral. Eran las 11:30 hrs y ya no había camión hasta la tarde a la Mina del Yeso.
Hicimos un almuerzo rudimentario y la mayoría aprovechó el tiempo para un merecido descanso después de una trasnochada. Alrededor de 13:00 hrs llegó el primer camión que nos iba a llevar con nuestro equipo a La Calera. Para esta movilización contábamos con la colaboración del señor Fernando Vargas, socio de la Compañía yesera y miembro del Club Andino.
En la entrada al Valle del Río Yeso, se observaba la gran erosión que habían producido las permanentes crecidas del río afectando enormemente el camino. Un gran número de máquinas de vialidad trabajaban desesperadamente contra las continuas avalanchas.
En Vipato (Campamento de Vialidad) 30 km bajé para dar aviso a Carabineros sobre nuestros propósitos de viaje y subir inmediatamente con el próximo camión. En la Calera Rodada nos esperaba el arriero Antonio Martínez. Nuestro programa incluía la llegada hasta el campamento Base, pero debido a la hora avanzada solo nos internamos un poco más adentro hasta unas vegas y armamos las carpas. Aquí había suficiente pasto para los animales.
Acuña se siente afiebrado y se acuesta inmediatamente. Mientras Schlegel prepara la comida nos damos cuenta de la falta de parafina y queda programado un viaje de Quinteros a Vipato para el día siguiente.
A las 22:00 hrs estamos todos acostados.
Foto: Cerro Bello desde la cumbre del Punta Andino. |
Miércoles 3 de Febrero: Nos levantamos a las 07:00 hrs. Apenas aparece el sol se levantan miles de mosquitos los que dificultan las faenas de carga a los animales, quienes se muestran muy inquietos. Quinteros baja por la parafina a Vipato. A las 09:30 hrs partimos con nuestros 8 cargueros. El tiempo empeora llegando la tropa con neblina y granizo a la Base. Se le da un adelanto al arriero contratándolo para el día 16 en la mañana. |
Luego instalamos el Campamento y preparamos nuestro almuerzo. El tiempo lluvioso y lo avanzado de la hora nos preocupó por Schlegel quien aún no había llegado al campamento.
Schlegel subía a pie para coleccionar en el camino plantas para el herbario de la expedición, Tanba y Vásquez, salen al encuentro de Schlegel y al poco rato regresan todos completamente mojados por la lluvia.
Como no hay mejoría del tiempo nos refugiamos en nuestras carpas. Escuchemos a Quinteros quien está encargado para buscar combustibles:
“Antes que la caravana partiera en su nueva jornada, yo bajaba a buscar parafina, primeramente caminando hasta la mina N° 1 donde no encontré combustible, habiendo pasado por alto la mina N° 3 o “Calera Rodada” que estaba desocupada. Al cabo de más de una hora de espera me tomó un camión y me llevó al Campamento de Vipato, donde llegué después de la 01:30 hrs P.M. Aquí conseguí envases y 9 litros de parafina, cantidad determinada por el encargado del aprovisionamiento.
El tiempo desde más o menos las 11:00 A.M. había venido descomponiéndose lentamente y ahora hacia el interior se veía con bastantes nubes y las cumbres en general cubiertas. Mientras esperaba el camión para el regreso a la mina, el sol se escondía tras las nubes. Calculo que a las 04:00 P.M. me llevó este nuevamente hasta La Calera y ya bastante tarde y lloviendo, continué a pie con el combustible y mi equipo hacia el interior, con la intención de vivaquear donde me pillara la noche, para ganar así tiempo y alcanzar a mis compañeros al día siguiente (día en que se instalaría el Campamento alto N° 1).
Cuando llegaba al lugar del campamento del día anterior lloviendo torrencialmente, encontré a los arrieros que venían de vuelta del Campamento base. De inmediato traté con ellos de que a la mañana siguiente yo subiría en mula, pues ahora me encontraba empapado y seguía lloviendo fuerte. Bajé con ellos a La Calera Rodada, primer rancho, donde pasaríamos la noche, allí llegamos anocheciendo, afortunadamente estaba solo y había lugar para todos. Afuera seguía lloviendo lo que me hizo suponer que alcanzaría al día siguiente el grupo, ya que sus actividades debían estar también ininterrumpidas por el mal tiempo. Bien cerrada la noche el cielo comenzó a limpiarse y más tarde brillaron las estrellas y un pedazo de Luna"
Foto: Al año 2011 aún permanecen en pie las Pircas de la Expedición Chileno Japonesa del año 60. |
Jueves 4 de Febrero: Los grupos para la próxima jornada estaban divididos en dos, uno con Ota, Tanba, Claussen y Vásquez, y en el otro Toyoda, Schlegel, Acuña y Quinteros, que escribe.
“El programa era instalar el campamento alto N° 1, para el día siguiente ascender el Cerro Bello y aprovechar ahora de abastecer también un poco el lugar, ya que pensábamos sería este un punto importante en el desarrollo de las actividades posteriores. Almorzamos, el arriero hace su regreso y a las 13:30 P.M. partimos al interior, quedando el Campamento Base deshabitado.
Tomamos pronto una morrena frontal del “Glaciar del Yeso”, que caía por entre los cerros Punta Hohf y el Alto del Yeso, el que comprobamos más tarde venía de la cuenca formada por los cerros Bello y Alto del Yeso, especialmente del primero. Esta morrena nos internó rápidamente y en forma fácil hasta los pies del Glaciar del Bello, hielos que venían del fondo del Cajón o cuenca helada del cerro Cuernos Blancos, en especial, y formada también por el Bello, Yeguas Heladas y otras cumbres inferiores de menor importancia. Desde aquí entonces, nos desviamos a mano izquierda subiendo por bordes de cascajo y algunos roqueríos, cruzando desde ya el centro de los glaciares hasta alcanzar, como estaba en programa, una marcada morrena central que se internaba longitudinalmente hacia el interior.
Desde la partida del Campamento Base había comenzado a nublarse, y cuando entramos en la morrena central ya escarchillaba tupido disminuyendo la visual. Después de una larga caminata por la morrena ésta se esfumó en el glaciar, dejándose apenas ver hacia el interior el morro morrénico que buscábamos para levantar el Campamento. Este Morro viene siendo la continuación de la morrena central.
La nieve caía más tupida y más iba engruesando. Schlegel se había adelantado y volvía a decirnos que ya había encontrado el lugar. Esta jornada como primera acometida en la montaña había servido de ajuste general, razón por lo que se hizo algo prolongada, algunas mochilas no se ajustaban a los hombros, otras eran muy pesadas y el crochet japonés se deterioró por lo que progresamos también en forma difusa y solo estuvimos todos en el campamento al caer la tarde.
Foto: Cerro Cuerno Blanco. |
Luego fueron levantadas dos carpas nylon de tres personas, donde dormimos ocho, después de haber removido algo las piedras para emparejar el terreno y deshacer un poco de nieve, la nevazón comenzó a disminuir. El lugar era algo plano y bastante abierto como se comprobó más tarde, cuando se deshicieron las nubes. Estamos ubicados justo a los pies del cerro Bello en forma tal que no era posible ver su cumbre, y un poco más al este el Punta Hohf con su glaciar que caía a unos 400m de nosotros desde el portezuelo de ambos cerros. |
Estábamos colocados en el borde noreste de la gran olla glaciar la que se abría ampliamente hacia el sur y al oeste de nosotros”.
Viernes 5 de Febrero: El despertador de Ota entra en acción y en mi carpa todos se quieren hacer los dormidos, como si no hubieran escuchado la campanilla. Tal como lo habíamos propuesto el día anterior basándonos en los constantes temporales de nieve que se desencadenaban a mediodía, teníamos programado salir muy temprano en la mañana, para estar de regreso en el campamento antes del mal tiempo. Recomiendo entonces a Vásquez que procediera a preparar el desayuno.
Una vez funcionando el anafe a bencina dentro de la carpa, Tanba quiere agregar un poco más de agua a la olla, la cantimplora de Vásquez contiene bencina, y después de unos segundos se produce repentinamente un gran incendio, fue como una explosión que nos quemo a todos los que habitamos la carpa, las cejas y pestañas. Como el anafe estaba cerca de la puerta de entrada de la carpa y ésta es de material sintético (nylon) comienza a incendiarse nuestra hermosa carpa y no podemos salir por las llamas.
Con Tanba hacemos intentos de salir por la parte de atrás, pero el nylon es demasiado firme para romperlo. A raíz de ello me decido a pasar las llamas y saltar fuera. Los compañeros en ese momento estaban tratando de botar la carpa. Era todo cosa de segundos, no podíamos lanzar afuera el anafe con el “Tecito Japonés”, porque directamente al frente estaba ubicada la otra carpa.
Una vez dominado el fuego analizamos los daños. Ota y el suscrito tienen quemaduras de primer orden en manos y Ota especialmente en la cara. La entrada de la carpa quedo completamente quemada, todo lleno de plumas, que habían escapado del saco de Vásquez. La noche estaba clarísima y no había viento, después de reparar en parte los daños y de un tecito, nuevamente a la antigua, salimos alrededor de las 06:00 de la mañana en dirección al cerro Bello. Acuña decidió quedarse en el campamento por no encontrarse bien aclimatado.
Relata Quinteros:
"Al principio en vez de seguir por la canaleta ancha inmediata a nuestro campamento, ruta ya programada y señalada en Santiago, continuamos erróneamente al interior del glaciar en busca de otra ruta. El glaciar por lo avanzado de la temporada se presentaba algo accidentado, con penitentes, y más arriba algunas grietas. Después de más de una hora de andar, ya cerca del portezuelo final que cierra la olla por este lado, remontamos por detrás de un roquerio que se venía presentando como ruta a continuación, el que subía más o menos en dirección este, confundiéndose más arriba con el cerro.
Aquí tomamos un acarreo un poco en abanico invertido con pendientes algo pronunciadas. A pesar de que ya habíamos descubierto nuestro error habiendo divisado ya la verdadera ruta, decidimos continuar por allí mismo pues catalogamos esta también factible y nos interesaba como reconocimiento. Además para optar a la otra ruta debíamos deshacer gran trecho ganado. El rodado por donde avanzábamos, cuando habíamos subido algo de 500 mts, comenzó a encaletarse en unos roqueríos transformando la ruta más enrocada, la que ahora se difundía en otras canaletas pequeñas poco marcadas.
Foto: Cerro Kobe, desde la Cara Oeste del Cerro Bello. |
Todo esto daba a un filo el que calculo estaría a una altitud de unos 4.000m y al cual deseábamos llegar como primer objetivo. En esta parte formábamos todos una hilera compacta marchando yo adelante, aunque Vásquez se había adelantado y caminaba unos metros más arriba. Habíamos subido alrededor de unos 300m por este último roquerio, cubierto por una capa de nieve liviana. |
Las canaletas eran poco marcadas y se iban esfumando. Schlegel poco antes se había apartado de nosotros y marchado cerca, a mano derecha por un terreno más abajo. Estábamos llegando al filo, la ruta se ponía algo más abrupta y se confundía en el roquerio, la nieve era también un poco más profunda y yo debía limpiar ésta de las piedras antes de tomarme, pero era fácil.
Faltando solo un corto tramo para llegar al filo, cuando ya Vásquez que iba más arriba recibía algo de Sol (eran cerca de las 10:00 de la mañana) yo piso sobre un cacho de roca y al moverse para avanzar, cede éste y rueda, seguramente al haber estado éste adherido solamente con hielo. Yo me reincorporo, pero la piedra, que era algo grande, se ve que va en dirección hacia Schlegel que había quedado escalando unos 3 a 4 metros justo debajo de mí. Le gritamos todos, pero este sólo se contrae tomado a las rocas y agacha la cabeza y la piedra le pega en el cráneo, Schlegel cae inerte al canalón por donde había terminado de subir y sigue rodando sin sentido.
Desgraciadamente nosotros no podíamos hacer nada. Rodó unos 300m y solo le vimos detenerse recién entrando al acarreo grande bastante lejos de nosotros, en seguida hubo un pequeño lapso de inacción y estupor entre nosotros y a continuación comenzamos a bajar habiendo tomado antes precauciones para que no fuera a rodar alguna piedra al lugar del caído. Un grito como lamento apenas perceptible ya nos había sacado de los peores presentimientos, pues la caída había tenido aspecto dramático. Cuando llegamos a su lado estaba semi inconsciente y después de ser examinado, pudimos respirar más aliviados. Habíamos esperado algo peor, pero el caso era grave. Schlegel había caído por terrenos gran parte de cascajo, casi en su totalidad canalón abierto y cubierto de una capa de nieve que le amortiguo y le evito tomar más velocidad. Ahora el lugar con su pendiente, hacía difícil cualquier acción con el herido.
Indudablemente la pequeña capa de nieve que cubría la pendiente, agregando a esto que nosotros por el gran frío ascendíamos hasta con nuestra tenida de plumas y además Schlegel llevaba una mochila con protección tipo Tauern, que le amortiguó enormemente la caída. El lugar no me permitió examinar detenidamente a Schlegel, pudiendo solo constatar que se trataba de un mal pronóstico. Ante la seriedad de este accidente y la dificultad y urgencia para el traslado del enfermo, envío inmediatamente a Vásquez abajo a buscar al arriero y avisar a Acuña para que este suba inmediatamente el botiquín grande.
Sobre la mochila arrastramos a Schlegel, más o menos unos 30m más abajo hasta una parte plana, cerca del ventisquero, y al pie del rodado donde lo acomodamos en posición horizontal para examinarlo detenidamente. Ahora descubro una segunda herida profunda, bajo la rótula, que indica que el enfermo no podrá caminar y tendrá que ser bajado en camilla. El gran frío ayudo mucho en el sentido de detener las hemorragias de las heridas".
Es necesario instalar un campamento auxiliar y a la vez pedir ayuda a Santiago para el traslado del enfermo por el ventisquero. Quinteros es destinado para Santiago. Los japoneses bajan al campamento para traer carpa y provisiones. Ota también lo acompañará en el Campamento auxiliar, Tanba y Toyoda harán viajes diarios entre C1, Base Avanzado, (y subirán al Campamento Auxiliar), Acuña mantendrá el contacto entre C1 y CB. |
Foto: Glaciar Colgante entre el Cerro Bello y la Punta Hofh. |
El tiempo afortunadamente ese día se mantiene bueno. Yo atiendo a Schlegel acomodándolo en un lugar más protegido y preparo una terraza para instalar la carpa que traerán los japoneses. El lugar de este campamento es un buen mirador, pues se tiene amplia visual hacia la cuenca del ventisquero y se puede observar hasta cerca del campamento 1, y seguir la trayectoria de la ruta de ascenso al campamento.
Veamos ahora lo que ocurre al otro grupo a cargo de Quinteros:
“Nosotros dejamos todo lo que pudimos de comida y abrigo y a las 11:00 A.M. más o menos, comenzábamos a descender. Había bastante Sol y la nieve estaba blanda lo que no era una condición muy favorable para transitar por el hielo, por lo que marchamos encordados. Por fin llegamos al campamento Alto, estaba desierto pues ya habían bajado Vásquez con Acuña al Campamento Base. Ahora Ota, Tanba y Toyoda, debían volver cargados arriba, deseé les alcanzaran las fuerzas y luego proseguí la bajada.
Afortunadamente este día como excepción, se mantenía bueno, en todo caso pensé que así los otros podrían aguantarse una noche al intemperie en caso de un contratiempo de Toyoda, Tanba y Ota. El trayecto hasta el campamento base lo hice rápido y poco antes de llegar me encontré a Acuña que subía al campamento 1, encargado de llevar los botiquines que faltaban arriba, también me comunicó que Vásquez había continuado ya camino a Calera Rodada. Aquí comí algo y proseguí viaje. A las seis de la tarde calculo que cruzaba por el Valle de Piuquenes y al anochecer llegaba a Calera Rodada, donde estaba el arriero señor Martínez y Vásquez.
Por el momento ya teníamos solucionado lo de las mulas. Esa noche decidimos alojar allí, pues sólo bajaría un camión a la mañana siguiente siendo esta la última posibilidad, ya que el camino había sido nuevamente cortado por el río y este era el último camión que permanecía arriba. En el rancho de la calera esta vez había otras personas, pero logramos acomodarnos y la noche transcurre buena. Bajaríamos al día siguiente a Santiago, Vásquez y yo. El arriero también bajaría a Romeral para preparar la tropilla y esperarnos al día siguiente en dicho lugar, todo esto ajustándose él a nuestras circunstancias a pesar de que tenía otros compromisos".
Al atardecer llegan los tres japoneses con el equipo necesario para instalar el campamento. Tanba y Toyoda deben regresar al Campamento 1, y Ota y yo de ahora en adelante, permanecemos cuidando a Schlegel hasta que se pueda trasladar a Santiago. Juntos pasamos la noche preocupados por el estado del accidentado y sin los medicamentos necesarios para una buena atención.
Foto: Glaciar Colgante entre el Cerro Bello y la Punta Hofh. |
Sábado 6 de Febrero: A las 09:00 hrs nos revive el brillante sol. Tenemos pocos alimentos pero el apetito también no es de importancia. En la tarde llegan Tanba y Toyoda con el botiquín del campamento alto y algunas provisiones. Hago las curaciones correspondientes a las heridas de Schlegel. El tiempo permanece bueno todo el día.
Mientras tanto en el Valle:
“A las 06.30 de la mañana estamos caminando a pie hacia la mina N° 1, ubicada algunos kilómetros más abajo por la carretera. Una vez allí desayunamos y cerca de las 07.30 hrs bajamos en un camión cargado con piedras de yeso en bruto, y más o menos una hora y media más tarde, por las dificultades del camino, debíamos abandonar el vehículo. En este lugar pasamos a una casa, comemos algo y proseguimos. Habiéndose apartado aquí el arriero de nosotros para él continuar viaje a caballo, nosotros seguimos a pie con nuestras mochilas por espacio de dos horas por el árido camino hasta pasar la falla de este, donde fuimos recogidos más tarde por un camión auxiliar que nos dejó directo en Romeral, llegando allí más o menos a las tres de la tarde.
Aquí nos damos cuenta de la rapidez con que había bajado la noticia del accidente, cuando 1a policía nos pidió datos al respecto. En la compañía yesera hablamos de inmediato con el señor Fernando Vargas, quien como a las 04:00 de la tarde nos llevó en Jeep a Santiago. Desgraciadamente desde antes de San José, nos fue imposible comunicarnos con la ciudad por teléfono para haber adelantado algo, y sólo después de las 06:00 P.M., en que se llegó a Santiago, pudimos comenzar nuestra labor de buscar gente y organizar las cosas. El trabajo se llevo a cabo con muchas dificultades, pues como se trataba de un día sábado en plena temporada de verano, casi nadie de los necesitados se encontraban en sus casas, y solamente a la 01:30 de la mañana quedó lista la partida para el día siguiente, es decir, para tres horas más.
En esta labor ayudaron: Osiel González, Milenco Karaciolo y Juan Soltof. Este último partiría con nosotros al rescate junto con Luis Velázquez.
El tiempo había permanecido bueno".
Domingo 7 de Febrero: En el campamento, Schlegel sin novedad, apetito y estado general presenta mejoría. Tratamiento y vendajes de las heridas de la cabeza. Los dos japoneses nuevamente nos abastecen. Ota me enseña la canción Hana (flores) en dos voces. Conversamos muchos aspectos, compenetrándonos aún más en nuestra amistad. No podré olvidar nunca la gran ayuda que significaron los japoneses para mí y en bien de la Expedición.
Oigamos a Quinteros:
“Domingo 7. Esa mañana desde muy temprano se continúan algunas diligencias sobre la movilización, y recién a las 08:00 de la mañana partimos en auto en dirección a Romeral, donde llegamos a las 11:00 hrs, y encontramos al arriero listo con las mulas. E1 camino había sido arreglado el día anterior, pero nuevamente roto en este mismo día. Por esta razón debíamos internarnos ahora totalmente en mula, los 45 km hasta la Calera Rodada. El día es caluroso.
Así Soltof, Vásquez, Velásquez, Martínez, un ayudante y yo, partimos más o menos al mediodía hacia el interior llevando las cargas en otras dos mulas. A las 03:00 P.M. nos detuvimos y descansamos en un rancho a mitad de camino donde almorzamos y luego continuamos viaje. Más adelante, al pasar por Vipato adquirimos unos coligües, estos eran indispensables en el rescate, ya que con ellos se confeccionaría la camilla, pues la propiamente tal de propiedad del Socorro Andino no había podido ser ubicada en Santiago, aunque creo en este caso fueron más apropiados los coligües.
Foto: Cara Oeste del Cerro Bello. |
Ya a las 07:30 u 08:00 P.M., anocheciendo, llegamos a Calera Rodada, algunos de nosotros maltrechos por la prolongada y poco acostumbrada cabalgata. Aquí pasamos la noche, y el tiempo fue bueno y cálido, lo que era bastante halagador por la situación de nuestros otros compañeros”.
Lunes 8 de Febrero: Todo el día esperamos la llegada del grupo de rescate, pero nada se divisa, ni los dos japoneses se asoman este día. Ya nos inquieta la gran demora del grupo de rescate, especialmente Schlegel se pone algo impaciente.
Mientras abajo en el Valle (Relata Quinteros)
“Lunes 8. A las 08:30 de la mañana partimos todos al campamento base, menos el acompañante del arriero quien se dirigió hacia el cerro Marmolejo, donde se encontraban los andinistas Manuel Bazán y Álvaro Yánez, quienes tenían presupuestado bajar este mismo día, y para ellos enviamos una nota pidiéndoles ayuda, especialmente al Dr. Yánez (como médico).
Sin novedad llegamos antes del mediodía al Base, donde encontramos a Acuña, por el cual nos impusimos del estado de las cosas, por lo menos hasta el día anterior. El programa se cumplía sin alternativas y Schlegel estaba más repuesto. Tampoco carecían ellos de provisiones. Además constatamos que a raíz del percance dos carabineros habían alcanzado allí, llevados por un ayudante del arriero, de lo cual ya nos habíamos impuesto en Calera Rodada (carabineros de aduana).
Acuña este día no había subido, según nos dijo, por el mal estado del ventisquero para ir solo. Al campamento alto N° 1, partimos después del almuerzo, con la intención de subir al día siguiente al Campamento Auxiliar y bajar a Schlegel ese mismo día hasta ese campamento.
El arriero mientras tanto había bajado para estar en espera para cualquier aviso. Todo se hacía con el máximo de rapidez y sincronización, llevábamos provisiones, equipo e implementos necesarios para el rescate. Ya al terminal de la morrena central, cerca del morro del campamento, nos salió al encuentro Tanba y Toyoda un poco arriba. Cuando llegamos al campamento pudimos ver la carpa quemada en la que habían habitado los dos japoneses todos estos días, pues la otra había sido llevada al campamento auxiliar. El tiempo estaba bueno y eran alrededor de las 05:00 hrs P.M. Armamos otra carpa para cuatro personas. La noche transcurre tranquila"
Martes 9 de Febrero: “Partimos con el menor peso posible para facilitar en el regreso la evacuación total del campamento y la del herido. Seguimos las huellas que teníamos marcadas en el glacial, en el que con los calores ahora se habían cubierto más, sobre todo en las partes superiores, lo que hacía suponer más dificultades en el rescate. Este trayecto lo hicimos bien rápido, y más o menos dos horas más tarde llegamos al sitio propuesto donde estaba Schlegel y Claussen”
Alrededor de las 09:00 A.M. aparece la caravana a nuestra vista y nos sentimos muy aliviados al ver que venía ayuda para el rescate. Cerca de las 10:15 llegan al campamento Tanba, Toyoda, Quinteros, Vásquez, Acuña y del Cuerpo de Socorro Andino, Soltof y Velásquez. Con unos coligües y los Crochet japoneses fabricamos una camilla.
Nos dedicamos a consumir todas las provisiones para no dejar nada en el campamento, sabíamos muy bien que teníamos por delante una fuerte y dura labor. Se desarma el campamento repartiendo toda la carga, y Schlegel es colocado dentro de un saco de dormir, luego sobre un colchón de aire, y este amarrado a la camilla. El transporte se hace muy difícil. El terreno es bastante empinado al comienzo y el ventisquero cubierto con grandes penitentes por los que hay que abrir primero una huella. Además el terreno está muy agrietado.
Tenemos que tomar las máximas precauciones para evitar un nuevo accidente. El tiempo cambia bruscamente y al rato tenemos un fuerte temporal de nieve. En parte nos favorece porque ahora los puentes de nieve sobre las grietas, por el frío están más firmes. Dos miembros van atrás asegurando la camilla mediante cuerdas, Schlegel no está muy conforme con esta baja de temperatura. La inmovilidad y el frío pueden traer malas consecuencias de congelamiento.
Foto: Yeguas Muertas y glaciar Bello. |
Después de varias horas de trabajo, llegan el doctor Álvaro Yáñez y Manuel Bazán a nuestro encuentro. Ellos regresaban del Marmolejo y sabiendo por el arriero de nuestro accidente subieron al Base con él. Cerca del campamento 1 Bazán nos abandona de la faena de transporte, para regresar a Santiago y avisar en el camino al arriero de nuestro avance con el enfermo. También le encomendamos conseguir traslado de Schlegel a Santiago, desde Calera Rodada.
La poca visibilidad nos dificulta encontrar de inmediato el campamento. Cerca de las 04:00 de la tarde llegamos al Campamento 1, donde había un desorden tremendo. Para repartir un poco a la gente bajan al base Soltof, Tanba y Acuña, los que mañana tendrán que subir a primera hora para seguir en el transporte. Yáñez atiende al enfermo, mientras Vásquez prepara algo para el estómago. Hasta la medianoche tratamos de calentarle los pies a Schlegel mediante diferentes maniobras.
Miércoles 10 de Febrero: Cielo despejado y toda la cordillera alrededor cubierta de nieve nueva. Un paraíso difícil de describir. Sacamos buenas vistas. Schlegel está ya mucho mejor y recibe de Yáñez nuevas curaciones. Luego, después de comer algo, arreglamos nuevamente la camilla y enseguida comenzamos el transporte llevándonos la carpa quemada y algún equipo.
Dejamos todo lo necesario para las ascensiones programadas, ya que utilizaríamos para esto el campamento 1, como aproximación. Tenemos que atravesar un nuevo campo de penitentes. Al poco rato de descender observamos sobre la morrena central a los que venían a nuestro encuentro con el arriero. Los animales habían pasado el trecho más difícil y no cabía duda que podían subir ahora hasta el borde del ventisquero. Efectivamente, poco más tarde Schlegel es ubicado sobre un caballo y todos juntos bajamos sin contratiempo al Base.
En el camino recogimos la camilla que había sido subida el día anterior al Base. A las 2 P.M. y con tiempo nuboso llegamos al CB. Yáñez, Soltof, Velásquez y Schlegel, acompañados por el arriero, deben seguir pronto para alcanzar ese día hasta la Calera Rodada y si es posible, hasta Santiago. Más tarde comienza nuevamente a soplar un fuerte viento, graniza, por lo que permanecemos el resto del día en nuestras carpas.
Vásquez es nuestro jefe de alimentación, apoyado por Toyoda. Los japoneses hacen una comida típica, la que gustó mucho y fue de tal abundancia que nos impresionó. Como bajativo Ota prepara un Pisco Sour. Antes de dormir hacemos un vino caliente, Ota se siente algo afiebrado.
Reunidos todos en la carpa nylon tenemos una larga conversación sobre los últimos acontecimientos y nuestros planes para los días restantes. Ante todo pregunto al grupo chileno si hay alguna dificultad entre nosotros, lo que podría entorpecer seriamente la labor por realizar. No habiendo nada vemos los problemas que tendremos que solucionar al día siguiente, día destinado para descanso en el Campamento Base. Estos son: 1°- Plan de ascensiones, distribución de los grupos. 2°- Alimentación. 3°- Equipo.
Como quedan solo 5 días disponibles para esta región, se hace dudosa la posibilidad de ascender el cerro Kobe. Por otro lado, japoneses y nosotros no queremos perder la oportunidad de cambiar de región y ascender los 6.100 mts del Marmolejo. La importancia de la ascensión al Kobe está constantemente presente en nuestros planes. Tendremos que decidir al próximo día, ahora sólo sabemos que nos dividiremos en dos grupos tal como estuvo programado ya desde Santiago. Un grupo destinado al Cerro Cuerno Blanco y el Yeguas Muertas, y el otro al Punta Hohf y Cerro Bello.
Foto: Cerro Cuerno Blanco. |
Jueves 11 de Febrero: Es día de descanso y nosotros no olvidamos esto levantándonos recién a las 10 de la mañana, tiempo bueno. Quinteros es el único del grupo quien ha apreciado el temblor ocurrido cerca de las 08:00 hrs. Ota está mucho mejor y ya sin fiebre. Se colocan todas las prendas al sol y se hace aseo general. Cerca de las 11:00 hrs hacemos un desayuno contundente. Luego discutimos nuestro plan de trabajo en esta región. Los dos grupos quedan de la siguiente manera:
Grupo destinado al Punta Hohf y Cerro Bello: Quinteros, Tanba y Vásquez.
Grupo Cuerno Blanco, Yeguas Muertas: Ota, Claussen, Toyoda y Acuña.
El Cerro Amonites lo habíamos descartado de nuestro plan por la falta del tiempo. Sólo se proyectaba hacer un reconocimiento hasta el portezuelo para observar de cerca la calidad de la roca y las posibilidades de ascensión.
En la tarde improvisamos un campamento de saltos y después trabajamos en los preparativos para la salida del día siguiente. Gracias al plan de alimentación de Schlegel las raciones ya estaban hechas para los dos grupos y había sólo que revisar y agregar algunas cosas. Como la cocina no funciona bien con nuestro nuevo encargado, tuve que intervenir personalmente y preparar la comida. Los japoneses cooperaron mucho en lo relacionado a la alimentación, a veces era vergonzoso ver trabajar a ellos por la alimentación general para el grupo y nosotros solo observábamos. Aquí tenemos mucho que aprender de ellos.
En la noche estamos largo tiempo reunidos en una carpa aprendiendo canciones de los japoneses y entreteniéndonos con el dúo de teatro Quinteros y su Boy Vásquez. Fue muy interesante una conversación que tuve con Tanba cuanto todos se habían acostado ya y nosotros charlábamos afuera, bajo el majestuoso cielo estrellado y con luna que alumbraba las montañas que nos rodeaban. Es increíble lo que ellos saben de nuestra cultura occidental.
Viernes 12 de Febrero: Hoy abandonamos definitivamente el campamento Base para aproximarnos a las cumbres por escalar. Para esto tenemos que equipar el ya instalado campamento 1, e instalar un segundo campamento a 4.000 mts al pie del Cerro Cuerno Blanco.
Escuchemos a Quinteros:
“Viernes 12. Cerca del mediodía comenzamos a subir con buen tiempo los 7 integrantes, en dirección al Campamento Alto, por la ruta habitual, aunque esta vez tomando la variante seguida por el arriero, por la misma que había internado las mulas en el rescate, la que resultaba más descansada y sencilla pero un poco más larga. Esta consistía en seguir siempre por la morrena frontal, hasta tomar desde abajo mismo la morrena central.
Al campamento creo llegamos cerca de las 2 de la tarde, donde almorzamos, para después de un rato continuar un grupo a instalar el campamento Alto N° 2. Este grupo era el de Ota, Toyoda, Acuña y Claussen. Avanzarían ahora cruzando hacia el lado opuesto del glaciar hasta los pies del Cuerno Blanco, cerro que intentarían además del Yeguas Muertas. E1 Cerro Amonites (fósil o caracol) hoy día cerro Kobe, que permanecía también inescalado, se había descartado casi totalmente de las actividades porque el itinerario no lo permitía; sólo se intentaría o se le haría un reconocimiento en circunstancias muy favorables.
Tanba, Vásquez y yo nos quedaríamos en este mismo campamento e intentaríamos desde aquí la Punta Hohf, inescalada estribación del cerro Bello, y el Bello propiamente tal, imponente montaña que culmina la zona con sus 5.200 mts.
Desde este lugar partió el grupo del campamento N° 2, a las 03.15 P.M. a instalar su campamento hacia el final morrénico que cae del Cuerno Blanco hacia el S.E. alcanzando a dividir parte del glaciar a sus pies. Nosotros acompañamos a este grupo en la travesía para facilitarles el transporte del equipo, ya que el glaciar desde aquí se veía largo y con muchos penitentes y seracs, pero el cruce resultó fácil y rápido, llegando después de dos horas al lugar determinado, cuando todo se envolvía en nubes y produciéndose pequeñas nevazones.
Inmediatamente bajamos los del campamento N° 1, mientras ellos quedaban levantando la carpa. Media hora más tarde estuvimos nosotros en nuestro campamento. Ahora las nubes se abrían y dejaban pasar el sol, y si nos movíamos un poco del lugar, podíamos divisar ahora la mancha amarilla del otro campamento (Alto N° 2)”
Mientras cesa el mal tiempo y los compañeros regresan al campamento 1, nosotros preparamos la comida. Inmediatamente al lado de la carpa encontramos algunos alimentos dejados tiempo atrás por Bión González y que son del todo aún comestibles. Sale el sol debajo de las nubes de mal tiempo dando un carácter muy especial al maravilloso paisaje, buenas fotografías retienen estos momentos inolvidables. Dejamos todo listo para el día siguiente, hasta una arrozada queda preparada, la que guardo al fondo de mi saco de dormir.
Sábado 13 y domingo 14 de febrero: Los dos grupos operan por separado. El otro grupo es rechazado del intento al Punta Hohf. Nosotros con más suerte, ascendemos al Cuerno Blanco, y el Cerro Kobe se escala al atardecer, teniendo que vivaquear la cordada del Kobe en el portezuelo entre Cuerno y Kobe. El tiempo se mantiene en general bueno.
A las 5:30 nos levantamos para preparar la salida. La arrozada que preparamos la noche anterior la consumimos ahora. Cerca de las 7 partimos al Cuerno. La ruta es relativamente fácil guiándonos casi siempre por el filo hacia la cumbre. Hacia el Oeste baja el ventisquero del Cerro Cuerno y hacia el Este miramos nuestro campamento, ubicado en una de las Morrenas de la cuenca glacial. A las 11:05 hrs llegamos a la cumbre, recién ahora divisamos al otro grupo que abandonaba el campamento 1, para dirigirse al Punta Hohf.
Foto: Panorámica de la zona. Se ven el Kobe, Cuerno Blanco, Bello y Hofh. |
En la cumbre encontramos los testimonios de la ascensión hecha por Bión González y señora, Osiel González y Sergio Kunstmann e Inés Ramírez. Tomamos muchas fotografías y estudiamos los mapas. El Cerro Kobe, que está directamente al norte, frente a nosotros, como una enorme mole, no me deja tranquilo.
Con Ota estudiamos un plan llegando al siguiente acuerdo: Junto con Toyoda haría una exploración al Kobe. En caso de que la ascensión fuera factible sin muchas dificultades, trataríamos de regresar esa misma noche por ruta directa al campamento 1, para avisar a los compañeros del Grupo Hohf.
En el camino a horas acordadas, haríamos señas para el campamento 2, para que ellos supieran de nuestro propósito. Se subiría material y alimentación del Campamento 1, por nuestra ruta de bajada que en parte es la ruta al Schlegel Camp, a un campamento en el portezuelo y se intentaría en forma seria el Kobe.
Quedaba reservado para la cordada el hacer bajo condiciones favorables un intento inmediato (Rash tactic) al cerro Kobe.
A las 12:45 nos despedimos Toyoda y yo de Ota y Acuña. En el Portezuelo y más allá, en el filo donde emerge un gran gendarme, nos hacemos señas mutuamente hasta que ellos parece que emprenden al descenso el otro lado del Campamento 2.
La arista que sigue hacia el Kobe es imposible de seguir por la mala calidad de la roca. Todo está suelto y las piedras caen y forman grandes rodados hacia ambos lados. Después de varios intentos regresamos a una parte que permite descender un poco al este y bordear el filo para tomar una canaleta que se dirige nuevamente al filo, pero esta vez ya en el cerro mismo.
Discutimos brevemente nuestra situación, llegando a la conclusión de que es imposible equipar mayormente la pared por la mala calidad de la roca, que no permite colocar un clavo, se trata pues, de una escalada completamente libre en lo que lo ideal es una cordada de dos. No había más que vacilar y nos decidimos a intentar nosotros la ascensión a las 14:30 hrs. Dejamos en un depósito parte de nuestro equipo, para alivianar nuestras mochilas.
Atravesamos primero un empinado rodado hasta llegar al pie de la canaleta. Por un lado había hielo y por el otro lado, roca completamente en descomposición. Se podían sacar las lajas una tras otra sin llegar a roca compacta. Gracias a mis zapatos que tienen suela Tricuni (Goma en el centro y una corrida de muelas, como pequeños grampones, en el borde) pude ascender haciendo oposición en la roca y sujetándome con los zapatos en el hielo. Toyoda en cambio, tenía serias dificultades con sus suelas de pura goma, que se resbalaban en el hielo.
El seguro mediante la cuerda era más que nada una ayuda psíquica, ya que en un caso dado no habría sido posible dar buen seguro por las características de la ruta. Una vez en el filo pude asegurar a mi compañero.
Una hora demoró la escalada por la canaleta, y a las 16:20 hrs, seguimos nuevamente por otra canaleta, después de bordear por el Oeste el filo. Siguen algunas pasadas bastante feas por la arista. Felizmente ya estamos acostumbrados a lo aéreo de este Cerro. Antes de llegar a la cumbre ascendemos un pequeño ventisquero y a las 17:00 hrs alcanzamos la Cumbre Sur. El filo hacia la Cumbre Norte, parece que es poco factible. Hacia ambos lados el cerro cae bruscamente y varios miles de metros al valle.
Bautizamos esta cumbre como Cerro Kobe, en homenaje al Club Alpino de la Universidad de Kobe al que pertenecen nuestros visitantes. Se levantan grandes nubes que no permiten sacar vistas panorámicas. Dejamos testimonio de nuestra ascensión y emprendemos la bajada después de una hora. Son las seis y nos queda una dura bajada.
Ahora siento el cansancio y tengo serias dificultades para descender por el empinado ventisquero que da a la cumbre. Es más bien el factor psíquico que juega un papel importante, el ver hacia abajo, el precipicio, uno instintivamente echa el cuerpo hacia atrás cuando debe cargarse hacia adelante y enterrar toda la superficie de los grampones. Una vez en la parte superior de la canaleta hacemos descanso, discutiendo la manera más factible para bajar.
No quedando otra posibilidad que la misma de subida, baja Toyoda lentamente asegurado por la cuerda. Quisiera hacer un rapel, pero ninguna roca me da la confianza suficiente para intentarlo. En esta parte demoramos 1.1/2 hrs en bajar, pero ahora ya habíamos vencido y solo restaba regresar al Filo y bajar hasta el portezuelo.
A las 08:00 hrs levantamos nuestro depósito con equipos y alcanzamos para (Abendrot) la puesta del sol, nuevamente en el filo. Comienza a obscurecer, lo que dificulta enormemente unas pasadas en el filo hasta llegar a las 21:00 hrs al portezuelo. Preparamos nuestro Vivac y cerca de las 22:00 hrs tratamos de dormir.
A medianoche yo no aguanto más el frío y despierto a Toyoda para hacer un arreglo en nuestro sistema de Vivac. Algo mejor ahora, alcanzo a pestañear un poco. Toyoda duerme como un tronco, que envidia. Estamos aproximadamente a 4.700 mts.
Por el frío decidimos levantarnos a las 05:00 de la mañana siguiente, para juntar rápidamente nuestras cosas, movernos y caminar combatiendo la baja temperatura. Subimos nuevamente los 400 mts a la cumbre del Cuerno Blanco, donde llegamos a las 07:00 hrs cuando el sol recién salía.
Fue un bonito amanecer y nuevamente sacamos varias fotos. Dormimos tendidos al sol hasta las 09:00 hrs. A las 09:15 bajamos por la misma ruta al campamento 2 llegando aquí a las 11:10. Nuestros compañeros ya nos habían divisado cerca de la cumbre, Ota estaba enfermo de la vista, pero pese a esto nos sacó a nuestra llegada, cine para su película de la expedición.
El resto del día lo pasamos comiendo, durmiendo y observando con los anteojos de larga vista al otro Grupo operando en el Cerro Bello.
Se hacen los preparativos para regresar al día siguiente, especialmente Ota debe cruzar muy temprano el ventisquero para evitar el reflejo de la luz.
Foto: Valle de acceso al glaciar Bello. |
Grupo Quinteros:
“Sábado 13: A las 08:30 de la mañana partimos Tanba, Vásquez y yo con el propósito de subir la Punta Hohf, tomando dirección al ventisquero colgante, ruta elegida siguiendo el faldeo de una sección glaciar en las bases del Bello y el Hohf, lo que ofrecía algunas grietas entre penitentes. Nuestra ruta, el ventisquero, de aquí se veía como una larga lengüeta de hielo que colgaba desde el portezuelo hasta los pies de estos cerros. Para llegar a la base de este ventisquero debimos retroceder algo más de lo necesario, pues elegiríamos su borde derecho, ya que la ruta inmediata de la izquierda era de hielo más negro y abrupto, y propensa también a rodados.
Al comenzar a ascender por el ventisquero mismo, pisamos primeramente sobre duros penitentes que facilitaban la escalada, pero estos muy luego se borraron. También a medida que fuimos subiendo, la inclinación se fue acentuando por lo que marchábamos encordados y con grampones. Después de subir algo de una hora, cuando nos disponíamos a escalar por una pared lisa de seracs para tomar la pendiente de más arriba, oímos un zumbido como el de un avión, en forma prolongada, tanto que así lo creímos por un momento, hasta que una piedra a gran velocidad se estrella con fuerte golpe en el hielo.
Comenzaron a caer éstas por todas partes debiendo nosotros permanecer largo rato pegados a la pared de hielo, que nos daba algo de protección, hasta que fueron cayendo más a lo lejos, pero siempre a gran velocidad, tanto que no alcanzaban a ser vistas. Gracias a Dios esto no nos sorprendió antes ni pasado este lugar. Una pequeña piedra, apenas del doble del tamaño de una nuez, le había alcanzado en el pie a Vásquez que se encontraba en esos momentos acurrucado a mi lado, produciendo un seco golpe al chocar contra su zapato, traspasándole la pata de elefante que era acolchada y maltratándole el dedo pulgar.
Era peligroso continuar, el hielo era casi en su totalidad cristal y muy expuesto a rodados de piedra, como lo indicaban las trazas que surcaban los hielos de más arriba.
No cabían dudas de que caían durante el día y si durante el lento avance por este ventisquero nos sorprendía uno de estos rodados en mitad de camino, casi no habría escapatoria. Aquí no se veía ninguna ruta definida ni práctica ahora para nosotros, ya que no llevábamos equipo para una buena escalada en roca ni disponíamos de mucho tiempo ni equipo de vivac. Quizás si no hubiera ocurrido un accidente pocos días antes, habríamos arriesgado algo más.
Bajamos rápidamente hasta la base del ventisquero, nos quitamos los grampones y continuamos hasta nuestra carpa pasando nuevamente los faldeos glaciares, llegando pronto allí, donde permanecimos el resto del día siempre con buen tiempo.
Esa tarde acordamos que era más propicio intentar al día siguiente el Cerro Bello y no volver al Punta Hohf. Ahora se trataba de asegurar una cumbre, ya que esta sería la última oportunidad en esta zona para nuestro compañero japonés.
El Cerro Bello era ahora más accesible que el Cerro Punta Hohf y de mucha importancia por su mayor altura y posición en la zona, y bastante más alto que el mismo Punta Hohf, que solo es una estribación de este. El Bello era además, el mirador ideal para que Tanba llevara a cabo sus trabajos foto panorámicos y cinematográficos, pero siempre dejamos la posibilidad de pasar por el filo superior del Bello al Punta Hohf, lo que reservaríamos a las circunstancias de la ascensión.
Domingo 14. Más o menos a las 08:30 de la mañana partimos con sol, tomando de inmediato una canaleta muy ancha de cascajo, que subía hacia el Bello, al lado, encima mismo del campamento, habiendo pasado en un comienzo por unos levantamientos morrénicos. A unos 400 o 500 mts más arriba llegamos, habiendo tomado siempre e1 costado derecho de la canaleta para esquivar el acarreo, a una notoria montura formada por una punta rocosa.
Una vez aquí, vimos abrirse directo hacia arriba, una especie de garganta extensa que se iba enroscando hasta cerca del filo superior. Como esta ruta se veía un poco difusa, tomamos otra canaleta de más a la izquierda, muy angosta y encañonada, la que a medida que iba subiendo, fue tomando más inclinación y terminaba más adelante en un farellón, por lo que aquí lo abandonamos, tomando a mano derecha una ligera arista de roca, la que nos pasó enseguida a la garganta antedicha.
Por esta ruta arribamos al filo cerca de las dos de la tarde. Una vez sobre él, advertimos que la cima (que aún no divisábamos) distaba algo hacia el norte, la arista se veía poco transitable y sobre todo que había cumbres entremedio que daban la sensación de estar cortadas entre sí. El filo caía vertiginoso hacia el oeste y vertical hacia el este y de conformación bastante inestable, pero una vez caminando sobre él, los problemas fueron desapareciendo y se torno fácil.
Foto: Morrenas de acceso al glaciar Bello. |
Como avanzábamos asegurándonos con la cuerda en algunos tramos, esto no fue muy rápido y recién como a las 02:30 P.M. pisamos la cumbre, realizando así la segunda ascensión a esta hermosa montaña, después de 8 años de la primera. Desde allí admiramos la gran extensión montañosa salpicada ahora de nubes, las que cubrían al este toda la parte superior del macizo del Nevado Piuquenes de más de 6.000 mts.
Desgraciadamente más allá hacia el norte, la vista quedaba también algo truncada por barreras de nubes. Al mirar en torno nuestro podíamos advertir bajo nosotros, prolongadas pendientes englaciadas hacia el este, que dejaba ver profundos valles y cajones, lo que hacía notar el gran esno del cerro. También nos llamó la atención la esbelta estructura del cerro Amonites, que se alzaba frente al N.O. de nosotros, abrupta con grandes paredes, especialmente al E. y N.E.
De la caja de cumbre rescatamos documentos y tarjetas dejados por la señora Raquel Herrera de González, Osiel González, Bión González y Sergio Kunstmann, dejados en la primera ascensión el 8 de Enero de 1959, y un banderín del Club Almont. Tanba filma y saca fotos en la cumbre. Allí permanecimos aproximadamente por espacio de una hora habiéndosenos ocultado el sol varias veces tras las nubes, pero no hacía frío.
El regreso se hizo por el mismo filo hasta la parte por donde habíamos entrado a él, y sin pensar aquí en efectuar la travesía al Punta Hohf, pues el paso a esta cumbre, según se veía exigía especial dedicación y se notaba algo complicado.
Desde aquí continuamos con la variante de seguir directo hacia abajo, ya que era mucho más sencillo, solo volviendo a nuestra ruta de subida ya cerca de la montura. A1 campamento, calculo que llegamos a las 05:30 o 06:00 P.M. cuando los manchones de nubes se disipaban completamente”.
Lunes 15 de Febrero: Levantamos campamentos 2 y 1 dando por terminado nuestro trabajo en esta región para descansar un día más en el campamento Base y cambiar con el arriero de región. A las siete horas hacemos desayuno y Ota parte con Maximiliano a las 08:30 al Campamento I. Con Toyoda me quedo largo rato en el campamento 2, hasta que nuevamente desayunamos y a la 01:30 dejamos este lugar llevándonos todo el equipo.
Sobre el ventisquero buscamos los penitentes más altos para sacar fotos para el doctor Tanaka. A las 02:30 llegamos al campamento 2 enterándonos de la actividad del otro grupo.
Almorzamos y desarmamos también este campamento. A las 15:00 hrs abandonamos nuestro campamento 2 y bajamos directamente al base. En la noche se nota un ambiente de relajación general. Hemos logrado nuestro propósito principal, el Cerro Kobe. Antes de dormir notamos que el combustible para el Cerro Marmolejo no es suficiente. Era imprescindible traer de la mina Calera Rodada bencina para poder internarnos a la región del Cerro Marmolejo. Tanba y Acuña son destinados para bajar al día siguiente y conseguir bencina, regresaran con el arriero. En la noche tomamos vino caliente y cantamos hasta muy tarde.
Martes 16 de Febrero: Un fuerte viento norte nos despierta. A las 07:00 hrs salen Tanba y Acuña para bajar al valle. Nosotros recién nos levantamos a las 10:00 hrs. Arreglamos nuestro equipo y cocinamos en grandes cantidades. Se desencadena un gran temporal de nieve, lo que nos obliga a almorzar dentro de la carpa. Aquí permanecemos varias hrs charlando y cantando las canciones que mutuamente habíamos aprendido. Ahora la cosa es seria y se canta en varias voces. Afuera hay un gran temporal. En la noche se despeja.
Miércoles 17 de Febrero: Comenzamos inmediatamente a preparar los bultos, ya que el arriero debe subir en cualquier momento. Alrededor de las 10:00 hrs llegan Tanba con Max y los arrieros con las mulas. Ellos traen la bencina y el pan que se le había encomendado al arriero al comienzo de la expedición.
Por lástima nos trajeron un cabrito que también le había encargado al arriero. Tenía programado hacer en la noche un asado en el valle de Salinillas, al pie de Marmolejo. Mientras los arrieros descansaban y comían, nosotros terminamos de preparar las cargas. Las mulas son cargadas al máximo.
Aprovechamos de sacar las últimas fotos de nuestro lugar de Campamento Base con las mulas. Abajo en el valle, cerca de los baños, Tanba filma en la gran Vega que hay que cruzar para internarnos al Valle Salinillas. Hay grandes caballares pastoreando aquí, que en medio de esta pradera dan unos cuadros hermosísimos.
El ascenso por el Valle de Salinillas es en parte muy parado. En una subida se cae una mula rodando varias veces por sí misma. Lleva como carga las cajas con instrumentos de los japoneses, el botiquín y mi cuchilla. Felizmente no hubo mayores consecuencias; solo el pelo del hidrómetro se corta y este registrador queda inutilizable.
Más arriba instalamos nuestro campamento. Hemos andado mucho y los animales están bastante cansados. A raíz del accidente de la mula Quinteros tiene una discusión desfavorable con el arriero, de tal manera que la amistad y convivencia del baqueano con el grupo es profundamente afectada. Es una lástima, pues el compañerismo y simpatía con el arriero es una cosa indispensable para una excursión y generalmente deja gratos recuerdos entre los participantes.
Foto: Cara Norte del Marmolejo. |
Recién a los días siguientes esta situación se fue normalizando poco a poco.
Jueves 18 de Febrero: Muy temprano se comienza a arreglar la carga para seguir un poco más arriba, hasta una vega a orillas del Río Salinillas, donde ubicamos un Campamento Base. Una vez seleccionada la carga para los campamentos altos, seguimos todavía en la mañana por el valle hacia el Marmolejo.
Estamos superando los 3.000 mts y la vegetación se hace cada vez más escasa. Al frente tenemos como vista panorámica todo el macizo del Marmolejo por su cara al norte. El final del trayecto se hace sobre un empinado rodado que da directamente al campamento alto. Esta huella es nueva. El arriero la trazo días antes al bajar por primera vez con Bazán y el doctor Yáñez, los que nos contaron de la descolgada que habían hecho con el arriero. Es increíble la seguridad de las mulas sobre este terreno pedregoso y completamente suelto. Llegamos al campamento bajo el portezuelo a 4.900 mts a mediodía.
En la tarde subimos excepto Quinteros y Vásquez al portezuelo, donde nos quedamos hasta el crepúsculo. Se preparan las cargas para al ascenso al Marmolejo dividiendo la alimentación para dos grupos, los mismos de las ascensiones anteriores. En la noche tenemos un ensayo general a cargo de Ota, para repasar las canciones anteriormente aprendidas.
Viernes 19 de Febrero: Nos levantamos a las 07:00 hrs, el tiempo es muy bueno. A las 09:30 partimos bastante cargados y estamos a las 10:00 en el Portezuelo. Subimos muy lentos haciendo cada media hora un descanso. El cerro domina la región y cada vez más alto descubrimos nuevas cumbres en el horizonte. El material fotográfico se agota cada vez más. Yo ya estoy tomando fotos con material japonés.
La ruta sigue siempre por el filo y a los 4.900 mts, llegamos al lugar del campamento donde encontramos algunos alimentos dejados por Yáñez pocos días atrás. Instalamos nuestro campamento y descansamos el resto del día. Mañana iba a ser un día de mucha actividad, pues hasta la cumbre faltaban 1.200 mts de desnivel y quedaba bastante lejos, teniendo que atravesar dos brazos de ventisquero. En la noche hizo mucho viento.
Sábado 20 de Febrero: Día de la ascensión al Cerro Marmolejo, con regreso al campamento a 4.900 mts. Esta vez el despertador no funcionó. Yo despierto a las 06:30 y toco la alarma para el resto de la gente. A las 07:50 hrs partimos a la cumbre. Por indicación de Quinteros no llevamos grampones, los echamos bastante de menos al cruzar el segundo ventisquero que tenía hielo cristal. Por la altura avanzamos muy lento. Acuña tiene más dificultades y para no dejarlo en el camino nos adaptamos todos a su marcha, levantándole el ánimo y el amor propio para que no se quede atrás.
Todos juntos llegamos a las 03:30 hrs a la cumbre del Marmolejo. El panorama es majestuoso, Acuña, impresionado por la hazaña que a su temprana edad acababa de realizar, se olvida completamente de su mal y es el más activo haciendo inscripciones en el libro de cumbre. Vásquez en cambio se siente enfermo y desganado. Los japoneses y el resto están en perfectas condiciones. Ellos por primera vez habían alcanzado esta altura y sin ningún síntoma de cansancio. Esto indica que hemos tenido una aclimatación perfecta.
A las 04:15 emprendimos el descenso, lento por Acuña que nuevamente se siente débil. Agotados ya y al atardecer, cruzamos el último ventisquero para llegar a nuestro campamento a las 07:15 hrs. Ahora me toca a mi sentirme un poco mal, pero con un poco de té de Ota me recupero rápidamente y puedo comer después de un corto descanso.
La noche la pasamos un poco intranquilos.
Domingo 21 de Febrero: A las nueve horas dejamos el campamento, transportando todo el equipo al campamento debajo del portezuelo. A la misma hora de llegada de las mulas al campamento arribamos nosotros de arriba, 11:13 hrs. Mientras el arriero prepara las cargas, almorzamos en forma bastante rústica eliminando toda clase de alimentos para alivianar las cargas. Se termina con la alimentación destinada a los campamentos altos. El descenso lo hacemos por la misma ruta.
Al atardecer llegamos a nuestro Campamento Base. Es la última noche. Hasta muy tarde cantamos alrededor de un fuego con bostas. Ota nos enseña un baile típico japonés, se sacan las últimas sorpresas, como chocolate japonés y cigarrillos guardados para casos de urgencia. Hacemos un té japonés, esta vez con arroz y otros condimentos japoneses, muy ricos, pero todo en conjunto no pude acostumbrarme.
Lunes 22 de Febrero: El descenso al valle se hace en forma lenta. Se nota un relajamiento general. Hasta las mulas tienen la mala costumbre de botar la carga hacia un lado, ¿O es el arriero, quien no aparejó bien? Llegamos a la Calera Rodada. En forma parcelada vamos con nuestro equipo a San Gabriel con los camiones yeseros. Vásquez es destinado para avisar en Vipato a los Carabineros de nuestro regreso y finalización de esta expedición.
Ota y yo quedamos al final con algo de equipo. Tenemos que esperar hasta la tarde cuando los camiones suben por última vez. Almorzamos en la casa de los mineros para bajar posteriormente en uno de los camiones a San Gabriel. En el camino recogimos a Vásquez y poco antes de San Gabriel, quedamos varados por una crecida reciente del río que cortó el camino. Tratamos con el personal de Vialidad y los camioneros de desviar un poco el río, pero es en vano. Ante esta situación bajo con Ota para subir el camión contratado por la Federación y hacer en el lugar de la crecida, trasbordo.
Caminamos un corto trecho cuando un camión se regresa a San Gabriel y nos lleva donde nuestros compañeros. Ahora con nuestro camión subimos y hacemos trasbordo. Mientras tanto ya habían desviado un poco la crecida y se podía pasar.
Cerca de las 11:00 hrs regresamos a Santiago...
Autor: Kurt Claussen
NDLR: Extraído del Anuario de Montaña FEACH 1960 y complementado con fotos del archivo de los Perros Alpinos. Expedición Glaciar Bello 2011.
"Crees conocer a un hombre en el llano y después de quince, veinte días o un mes en la montaña, te das cuenta de que es otro muy diferente"
Marie-Joseé Vallencot.