Expedición Aconcagua 1951

Realizada entre el 3 de marzo y el 19. Por la ruta de Río Colorado y organizada por el Club Andeski - Valparaíso y Club Andino Valparaíso.

Participantes:

Club Andino de Chile – Valparaíso.
Club Andeski – Valparaíso.
Club Andeski – Santiago.

El grupo expedicionario estuvo constituido por los siguientes andinistas:

Señor Raúl Araya Secaira: CACH-Valparaíso.
Señor Gregorio Araya Secaira: CACH-Valparaíso.
Señor Osvaldo Oyarzún Burr: Andeski-Valparaíso.
Señor Plutón Rossel R: Andeski-Santiago.
Arriero: Señor Manuel López, Río Colorado.

Ruta Seguida: Desde Río Colorado, remontando el Río Maitencillo a través del portezuelo de Pedro y Pablo, continuando por nacimientos del Río Leiva para arribar al campamento base en Valle Penitentes (República Argentina), cruzando la frontera por el portezuelo de Leiva.

A raíz de un reconocimiento de la ruta Río Colorado efectuada en 1953, basado en la expedición alemana de 1952 por la misma vía, que se encontró interesante, se prefirió este derrotero para la ascensión a que se refiere este informe. Con el objeto indicado se reunió y organizó el grupo andinista que arriba mencionamos.

Relato: Se inició la primera etapa partiendo desde Río Colorado el 1 de marzo, para pernoctar en el tramo denominado El Guanaco. Remontando el Río Maitencillo se continuó al día siguiente hasta el pié del portezuelo Pedro y Pablo, lugar donde se acampó.

Temprano al día siguiente se cruzó el portezuelo antes mencionado, remontando el río Leiva se atravesó el portezuelo fronterizo del mismo nombre, que ofrecía dificultades para el paso de las mulas por los campos de penitentes encontrados, para llegar finalmente al Valle de los Penitentes, lugar donde se estableció el campamento base.

El día 7 se dedicó íntegramente al descanso y revisión del equipo de escalada. El lunes 8, el grupo se dirigió en demanda del ventisquero de Güessfeld el que se alcanzó después de ascender la gran canaleta de acarreo que conduce al portezuelo de acceso. Instalóse provisoriamente un campamento en este lugar, para decidir la mejor forma de resolver las dificultades que ofrecía la travesía del ventisquero.

Al día siguiente Gregorio Araya, decidió retornar al campamento base por haber experimentado una ligera indisposición cardíaca y para no entorpecer la buena marcha de la expedición. El grupo restante debidamente encordado, inició la travesía del ventisquero con la intención de alcanzar la cuchilla que une el Cerro Cuerno al Aconcagua. Después de un fatigoso esfuerzo se llegó a un punto de la cuchilla favorable para la instalación de un campamento.

El miércoles 10, se emprendió la marcha, dejando en este lugar la carpa con la intención de pernoctar en Plantamura. Pero un filo rocoso en peligroso estado de descomposición frustró dicho propósito, debiendo elegirse un lugar resguardado en la misma cuchilla, para pasar la noche con miras a resolver la dificultad al día siguiente.

El jueves encordados nuevamente, y desviando ligeramente la ruta hacia Horcones para sortear el obstáculo ya mencionado, se tomó la cuchilla más adelante después de un intenso trabajo en roca y hielo, actuando como puntero Rossel.

De este modo se desembocó directamente en el acarreo, NO del Aconcagua, a la altura de 5.400m, a través del portezuelo del Manso. Siguiendo las sinuosidades del cordón se ganó altura hasta llegar a la cima del Cerro Manso - 5.550m - desde donde se retiraron documentos firmados por miembros del Ejército Argentino, depositándose en una caja metálica los de los participantes. De aquí se siguió por el acarreo que lleva a Plantamura, alcanzando este lugar a las 20.30 horas, ubicado a 5.850m.

El día 12, fue dedicado al descanso y alimentación, ultimando los preparativos para el asalto final.

A las 6 de la madrugada del 13, la expedición emprendió la marcha, con el tiempo despejado pero frío, mientras ráfagas de viento azotaban el acarreo. Hacia el Pacífico proyectábase invertida la sombra del Aconcagua. La ruta a seguir presentábase casi totalmente cubierta de nieve dura, lo que hizo indispensable el uso de la picota.

Alrededor de las 10.30, los escaladores alcanzaban la altura del Refugio Juan Perón, 6.800m. De allí se tomó directamente el acarreo que lleva a la canaleta del tramo final. Eran las 17 horas, y el tramo ganado había exigido un gran esfuerzo, debido a la abundancia de nieve dura. En este punto Rossel, que había dado pruebas de encontrarse en muy buen estado físico, experimentó una inexplicable pérdida del equilibrio que lo inhabilitó para continuar la ascensión.

Voluntariamente accedió a esperar el regreso de los compañeros, que sin demora emprendieron la tarea de superar la canaleta final, obstáculo que se estimó sería dominado en poco más de media hora, pero que a la postre demandó 2 ½ horas de ardua labor con los bloques movedizos que dificultaban el ascenso.

A las 20.30 horas, del 13 de marzo, Oyarzún y Raúl Araya pisaban emocionados la cumbre más alta de América y rubricaban con un abrazo esta hermosa conquista para el andinismo porteño.

Sólo la luz de una luna en creciente permitió ubicar el punto máximo de la plataforma, de unos 20m por 10m, inclinada ligeramente el SE, y lo avanzado de la hora impidió tomar fotografías y apreciar en detalle el paisaje circundante. Los escaladores distinguieron primeramente la mesa metálica anclada por fuertes vientos, que dejará allí el andinista Santiaguino Chiaranda y en lugar próximo observaron los bustos tamaño natural, empotrados en el suelo, del Primer Mandatario de Argentina y de su fallecida esposa, que miraban hacia el territorio de la Nación hermana.

Caída en el suelo yacía una cruz metálica aún sujeta por tensores de alambre. Cubierta por algunas piedras se halló una caja metálica de unos 50x50cm en la que se encontraban dos libros de cumbre, los que desgraciadamente no pudieron ser firmados por los andinistas, debido al mal estado del lápiz que allí había. Como la temperatura bajaba con rapidez,  Oyarzún y Araya depositaron en dicha caja una libreta de cumbre del CACH-Valparaíso, en la que se consignaban los nombres, clubes y ruta seguida por la expedición. Además, quedaron aquí los banderines del Club Andino de Chile y del Club Andeski de Valparaíso, una insignia de parche del CACH, una tarjeta personal de Osvaldo Oyarzún con un medallón de plata prendido y dos estampitas religiosas.

Una vez asegurada la caja se emprendió rápidamente la bajada por la canaleta, que esta vez, por la poca visibilidad reinante y a causa de las numerosas detenciones a fin de restablecer la circulación de los miembros entumecidos, demandó cerca de 4 horas para ubicar de nuevo la huella que conduce al refugio Perón, punto que se alcanzó a las 4 ½ A.M, después de cruzar el acarreo helado donde fue preciso tallar escalones.

Entretanto Rossel, que viera aproximarse el crepúsculo sin que sus compañeros estuvieran próximos a regresar y recuperado en parte, comunicóse por intermedio de gritos con sus compañeros, anunciándoles su intención de regresar a Plantamura, donde esperaría su retorno.

Ubicados en el refugio Perón, los andinistas dormitaron sin sacos de dormir, protegidos solamente por el equipo de escalada acolchado, hasta esperar la salida del sol. Por la benignidad de la temperatura, cuya mínima fue de unos 10 grados bajo cero, no hubo contratiempos que lamentar.

Salidos del refugio Perón a eso de las 7 A.M, llegaron a reunirse con Rossel en Plantamura a las 9 horas, quien los esperaba con un desayuno apropiado. Se descansó aquí hasta las 14 horas, en que se abandonó el lugar para cruzar el ventisquero hasta el punto donde se encontraba instalada la carpa, recobrarla y continuar la marcha con la intención de alcanzar ese mismo día domingo 14, el campamento base. Pero las condiciones de la primera fase del ventisquero, cuyos penitentes alcanzaban hasta 4 metros de altura, les permitió lograr su primer objetivo sólo a las 22 horas. Como dato ilustrativo puede señalarse que en un tramo de unos 80 metros de recorrido se emplearon dos horas y cuarenta minutos.

Debieron pernoctar entonces en la carpa instalada para continuar en la madrugada del lunes 15, la travesía de los 500 metros del ventisquero que los separaban del portezuelo de acceso y descender de penitentes siguiendo por el mismo hasta el lugar del campamento base, que alcanzaron a las 16.30 horas.

Fueron recibidos con gran júbilo por el arriero y su compañero, pues ya habían comenzado a inquietarse por el retraso de dos días en el itinerario prefijado. Sin más demoras el martes 16, se levantó el campamento y tomando la mismas ruta e itinerario de subida, se llegó a Río Colorado el jueves 18, a las 17.30 horas.

Aquí eran esperados por un numeroso grupo de andinistas que programaban una expedición de reconocimiento de la región del Río Colorado, con la intención de lanzarse a una empresa de mayor envergadura si el tiempo lo permitía.

El equipo fue el habitualmente utilizado en trabajos de esta índole, consistentes en carpas de campamento base de alta montaña y equipo personal compuesto de trajes acolchados, rompevientos, cuerda, picotas, grampones, etc.

Se comprobó la conveniencia del empleo de los anafes de alcohol en alturas sobre 5.500m, como igualmente el uso de protecciones intermedias de papel crepé, tanto en los pies como en el torso.

Valparaíso, 23 de marzo de 1954

NDLR: Extraído del Anuario de Montaña FEACH 1956.

 

"...Vamos a contener la muerte!, Chilenos de hoy, Araucas de la lejanía, ahora, ahora mismo, ahora, a detener el hambre de mañana, a renovar la selva prometida. El pan, futuro de la Patria angosta..."

Pablo Neruda.